Delincuencia empresarial y financiera en España.

No hay manera de hacernos entender que un país que no es capaz de encarcelar y procesar (por ese orden) a sus delincuentes empresariales y especuladores es un país condenado a la miseria y al hundimiento más sangriento y atroz. De esa forma, los poderes fácticos (que ahora mismo son casi exclusivamente financieros y empresariales) campan a sus anchas sembrando el terror y la muerte en las familias, en los autónomos y especialmente entre la clase trabajadora y las clases media y media-alta abocadas al paro y endeudadas hasta las cejas por culpa de los mismos que ahora les arrojan al fango sin que la administración de justicia se atreva a ejercer como tal sus funciones constitucionales.
Estamos inmersos en un golpe de anti-estado donde la anarquía antidemocrática de extrema derecha nos está fusilando descaradamente sin que nadie haga nada por evitarlo, ni las instituciones, ni los partidos, ni los sindicatos, ni nosotros mismos.
Y cuando en un país la justicia malfunciona de un modo tan desastroso, las consecuencias no se hacen esperar: los despidos fraudulentos masivos e impunes, el hambre, la miseria, los abusos feudales, los asesinatos encubiertos consentidos y propiciados por los poderosos se imponen como si fueran una maldición inevitable. Pero no lo es, no es inevitable. Es evitable deteniendo, procesando, juzgando, encarcelando (y localizando y confiscando los bienes que hayan ocultado al Fisco para distribuirlos entre sus víctimas) a todos aquellos delincuentes empresariales, altos ejecutivos y politicastros que matan de hambre y de indigencia a los ciudadanos.
Tenemos que ser capaces de salir adelante, restituir lo robado y poner a los asesinos en su sitio: la cárcel.

Javier Auserd.